Noticias
Canonización
|
De ahí la importancia de hacer que brille en todo su esplendor el don que Dios nos hace en los santos y las personas de vida santa. Y eso es lo que ocurre en una canonización. La canonización que realiza la Iglesia es, en primer lugar, un acto de reconocimiento. La Iglesia reconoce que la persona en cuestión ha llevado una vida según los valores evangélicos y por lo tanto puede ser también un modelo para una vida basada en el evangelio. En el caso de los fundadores de comunidades religiosas, la canonización entraña asimismo la aprobación de su fundación, de su obra, a la cual se reconoce como fruto de una inspiración divina.
Entrevista al Padre Ángel L. Strada, postulador del proceso de canonización del Padre Kentenich
La periodista Patricia Navas, España, entrevistó al Padre Ángel L. Strada para la agencia de noticias española Veritas.
El P. Angel Strada informa en esa entrevista sobre el actual estado del proceso y lo que esta todavía a hacer.
¿Cuál es el estado actual del proceso de canonización del fundador de Schoenstatt?
El proceso fue iniciado en la diócesis de Tréveris el 10 de febrero de 1975, siete años después de la muerte del Padre Kentenich. En el transcurso de estos treinta años se ha reunido gran cantidad de signos de la fama de santidad. Millares de personas, radicadas en 88 países de los cinco continentes, han certificado que recurren a su intercesión o se guían por su ejemplo de vida. Los numerosos escritos publicados fueron examinados por cuatro especialistas en teología, quienes han manifestado que en ellos no se encuentra nada contra el dogma y la moral de la Iglesia. Más de un centenar de testigos han prestado declaración ante el tribunal eclesiástico. Esto es de particular importancia, dado que el objetivo del proceso es la verificación de la heroicidad de vida y de virtudes del siervo de Dios. Los testigos son interrogados sobre los recuerdos y vivencias que tuvieron en el contacto directo, en muchos casos durante decenios, con el Padre Kentenich. Pueden manifestarse a favor o en contra, plantear sus interrogantes, presentar documentación, etc.
En los últimos años el trabajo se concentró en la recolección y evaluación de los escritos no publicados: cartas escritas por él o dirigidas a él, documentos personales, conferencias y retiros no editados, etc. Una comisión de peritos en historia de la Iglesia y en archivos ha sido la responsable de dirigir la tarea. La gran cantidad de estos escritos ha demandado mucho tiempo y energías. En más de 110 archivos eclesiásticos y civiles se requirió documentación. Tanto para los archivos como para los testigos se tomó en consideración los lugares donde el Padre Kentenich vivió o desarrolló su actividad pastoral: Alemania, Roma, Suiza, Estados Unidos, Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Sudáfrica.
Ahora faltan algunos trámites para la finalización de la etapa diocesana del proceso. Seguirá después la etapa definitoria en Roma. Es imposible predecir cuándo llegará a su fin. Entre otros motivos porque se requiere un milagro para la beatificación. Y nadie puede "organizar" un milagro, sólo se puede implorarlo.
¿Cuáles son los principales obstáculos que están alargando el proceso?
40 años de duración no es necesariamente un tiempo demasiado largo para la causa de beatificación de un confesor. Las causas de los mártires, en general, demoran menos y no se les exige un milagro. No hay que utilizar como medida causas como las de la Madre Teresa de Calcuta o la de Mons. Escrivá de Balaguer, las que por diversos motivos demoraron relativamente pocos años. En el caso del Padre Kentenich ha influido su larga vida de 82 años, la enorme cantidad de documentación, su confrontación con el nacionalsocialismo y los casi cuatro años de prisión en el campo de concentración de Dachau, las dificultades que tuvo con su propia comunidad de los Padres Pallottinos, los catorce años de separación de su fundación impuestos por el entonces llamado Santo Oficio, las propuestas pastorales y teológicas que hizo anticipando el Concilio Vaticano II, etc. Muchos de estos temas han exigido una larga y exhaustiva investigación.
Hubo además dificultades en la tramitación del proceso mismo. Se lo inició cuando se encontraba vigente la antigua legislación, la cual cambió en 1983 y obligó virtualmente a un nuevo comienzo. La diócesis de Tréveris demoró varios años en nombrar sucesor del primer delegado episcopal, quien murió repentinamente. El sucesor sufrió diversas enfermedades, lo que le impidió una plena dedicación. Además hasta ahora no se ha producido ningún milagro por intercesión del Padre Kentenich. La apertura de un proceso de milagro normalmente influye para la aceleración del proceso de virtudes.
¿Cuál sería el beneficio para la Iglesia?
"Los santos, también los anónimos, son el mayor éxito de la Iglesia" ha dicho recientemente el Cardenal Lustiger. En efecto, ellos son la demostración clara de que los valores del Evangelio son realizables y no se reducen a una mera declaración de buenos principios o a ideales inalcanzables. Cristo anunció que su misión era darnos vida, y vida en abundancia. ¿Puede creerse en tal vida si en nadie y nunca se ha manifestado poderosa? En la vida de los santos se hace visible la fuerza transformadora de la gracia. Sus personalidades son muy diferentes, lo mismo que sus misiones particulares y sus contextos culturales. Pero tienen en común el seguimiento incondicional de Cristo. De muy diversas maneras nos abren accesos al evangelio y con su ejemplo nos impulsan a vivirlo.
La Iglesia se beneficia cada vez que puede mostrar a alguien que refleja con transparencia el amor, la solidaridad, la veracidad, la bondad, la sencillez de Jesucristo. Ella no debe reducir su mensaje al anuncio de verdades de la fe o de normas de moral sino que sobre todo debe mostrar ejemplos convincentes de vidas conformes al evangelio. "La vida se enciende en la vida", afirmaba el Padre Kentenich. ¡Cuánto debemos a Pablo de Tarso, a Francisco de Asís, a Teresa de Ávila, a Ignacio de Loyola...! ¡Pero también cuánto debemos a testigos sencillos que con sus palabras y obras nos transmitieron la fe! Una iglesia sin los santos - los famosos y los anónimos - sería una Iglesia empobrecida.
Por supuesto que es necesario evitar una "inflación de canonizaciones" y que la cantidad es algo secundario. Y sería de desear sobre todo la canonización de cristianos contemporáneos, en especial de laicos. En este sentido son de destacar el proceso del arquitecto español Antonio Gaudí, del político francés Robert Schuman, del ingeniero chileno Mario Hiriart, del padre de familia brasilero João Pozzobon.
¿Cuáles han sido las aportaciones originales del Padre Kentenich?"
Los santos son la respuesta de arriba a las preguntas de abajo", dijo alguna vez Hans Urs von Balthasar. Hoy tenemos muchas preguntas porque estamos inmersos en un tiempo de cambios acelerados, profundos, globales. Los aportes del Padre Kentenich son muchos, pero uno de ellos es precisamente la aceptación de los desafíos planteados por el mundo actual. "La mano en el pulso del tiempo, el oído en el corazón de Dios", así define su persona y su acción pastoral. No se refugió en la queja por los males actuales, no alimentó la nostalgia por tiempos pasados, no anunció futuros utópicos. Como fundador del Movimiento de Schoenstatt procuró educar para la libertad, para que cada persona tome conciencia de su originalidad y sea sujeto de su propia historia en apertura al Dios de la vida y en solidaridad con los demás. Por esto mismo denunció el peligro de la masificación. Y desde muy temprano se opuso al régimen de Hitler, lo cual le significó tres años y ocho meses de prisión en el campo de concentración de Dachau.
Otro aporte significativo consiste en la valoración de los vínculos humanos como caminos para llegar a un profundo vínculo con Dios. "El hombre más sobrenatural debe ser el más natural" proclamaba para alentar la vivencia de un cristianismo capaz de integrar lo humano y lo divino.
Ya en 1920 predicaba que el santo de hoy es el santo de la vida diaria. La fe no es algo separado de la vida familiar, el trabajo, la amistad, las preocupaciones económicas, el arte y la política. Es preciso construir puentes entre la realidad cotidiana y la realidad sobrenatural. Capacitar para el encuentro con el Dios de la vida y de la historia fue la gran pasión del Padre Kentenich. Su propia experiencia y los largos años de acompañamiento espiritual de miles de hombres y mujeres lo llevaron a la creación de una pedagogía y de una espiritualidad aptas para el tiempo actual.
La figura de María ocupa un lugar destacado en las aportaciones del Padre Kentenich. Porque nadie como Ella ha dado ejemplo mayor de seguimiento de Cristo en medio de las circunstancias de la vida diaria, nadie entre los redimidos tuvo mayor apertura a los deseos del Padre Dios, nadie fue tan solidaria con sus semejantes. El encuentro con María es encuentro con los valores que hoy son necesarios para un testimonio cristiano creíble y auténtico. El Padre Kentenich estaba convencido – al igual que Juan Pablo II – de que María tiene la misión de imprimir los rasgos de Cristo en los corazones de los hombres y en las culturas de los pueblos. Por eso desde joven selló un pacto de amor con Ella y se puso a su entera disposición. María lo educó en el seguimiento de Cristo y se encargará de que sus aportaciones a la Iglesia sean fecundas.
Diferentes maneras de contribuir con el proceso
- *Orar pidiendo un buen transcurso del mismo.
- *Vivir y anunciar el carisma del P. Kentenich.
- *Distribuir material informativo y textos de oraciones.
- *Comunicar relatos testimoniales, oraciones escuchadas e intenciones de oración.
- *Apoyar económicamente a través de donaciones.
DIOS NO SE REVELA EN LA FUERZA O EN EL PODER.
Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por el Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz y de Dios.
Santa Misa, 1.1.2014
Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva: no tengamos miedo de esto. No tengamos miedo de que nuestro corazón se conmueva. Tenemos necesidad de que nuestro corazón se conmueva. Dejémoslo que se inflame con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias. Las caricias de Dios no producen heridas: las caricias de Dios nos dan paz y fuerza. Tenemos necesidad de sus caricias. El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los siglos.
Angelus, 26.12.
Es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización.
Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por el Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz y de Dios.
Santa Misa, 1.1.2014
Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva: no tengamos miedo de esto. No tengamos miedo de que nuestro corazón se conmueva. Tenemos necesidad de que nuestro corazón se conmueva. Dejémoslo que se inflame con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias. Las caricias de Dios no producen heridas: las caricias de Dios nos dan paz y fuerza. Tenemos necesidad de sus caricias. El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los siglos.
Angelus, 26.12.
Es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización.
EL PAPA FRANCISCO HA DADO A CONOCER SU PRIMERA EXHORATACIÓN APOSTÓLICA.
Evangelii gaudium es todo un desafío: nos pide proponer el Evangelio con la bondad de Jesús. Un documento que muestra su programa para la Iglesia en el siglo XXI.
En el año jubilar de Schoenstatt, terminado el año de la fe, camino al Sínodo de la Familia y en el contexto de la Misión Territorial, se da una gran oportunidad para centrarnos; que lo urgente no nos impida ver lo importante.
Evangelii gaudium es todo un desafío: nos pide proponer el Evangelio con la bondad de Jesús. Un documento que muestra su programa para la Iglesia en el siglo XXI.
En el año jubilar de Schoenstatt, terminado el año de la fe, camino al Sínodo de la Familia y en el contexto de la Misión Territorial, se da una gran oportunidad para centrarnos; que lo urgente no nos impida ver lo importante.
"A la Sombra del Santuario" – Reflexión sobre las palabras del P. Kentenich a la luz del 2014.Sarah-Leah Pimentel. Hace varios años leí una charla que había dado el P. Kentenich a un grupo de alumnos del Seminario Menor en el año 1929 cuando realizaron su Consagración ("A la Sombra del Santuario", Kentenich Reader, p. 147-162). A medida que lo leía reflexionaba sobre la importancia que esta charla tiene este año en que nos preparamos para el Jubileo del 2014, mientras seguimos trabajando sobre nuestros proyectos apostólicos y misioneros.
La charla del P. Kentenich nos recuerda lo que nos resta por hacer todavía antes de que podamos estar “a la sombra del santuario” y renovar la Alianza de Amor para la próxima generación.
La palabra “misión” se convirtió este año en la palabra clave de Schoenstatt. Compartimos nuestras actividades misioneras y apostólicas en las carpas virtuales de la Cultura de la Alianza. Estos proyectos constituyen una forma maravillosa de compartir la dimensión misionera de nuestro Movimiento no sólo mutuamente sino también con la Iglesia y con el mundo a fin de que puedan dar mucho fruto. Pero, como sucede con todos los preparativos de este tipo de proyectos, existe el peligro de que por estar tan inmersos en el hacer, nos olvidamos el porqué lo hacemos.
Renovar el mundoEn toda esta actividad, ¿cuál es nuestra Misión de Schoenstatt? En esta charla a los estudiantes, el P. Kentenich nos dice de manera inequívoca que nuestra misión es "renovar el mundo" (p151). De todos los proyectos sobre los que he leído en www.schoenstatt.org, no caben dudas de que nuestro sincero deseo es el de presentar estos proyectos a la Iglesia como una forma de renovación para el mundo. Pero, ¿realizamos todo el trabajo espiritual para asegurarnos sus frutos? ¿O es que las preocupaciones por los aspectos externos de nuestro trabajo misionero – la organización, las reuniones, las estructuras – algunas veces diluyen el fervor con el cual llevamos a cabo estos proyectos?
No me malinterpreten. No estoy diciendo que estas cosas no son necesarias. Lo son y nos dan la oportunidad de orar juntos sobre nuestro trabajo misionero en Schoenstatt, nos ayudan a discernir el rumbo hacia el cual la Santísima Madre quisiera que sigamos, y a compartir entre todos los frutos de nuestra labor. Pero también es en estos niveles de la organización en los que nuestras debilidades humanas pueden interponerse en el camino hacia el verdadero trabajo al cual fuimos llamados a hacer. Y esta es la razón por la cual es importante que nosotros nos recordemos a nosotros mismos las palabras de nuestro Fundador.
Conquistar lo que nos han legadoEl P. Kentenich nos insta a estar convencidos de nuestra misión de renovar el mundo tomando posesión de los muchos dones que hemos recibido: "Lo que heredaron de sus padres, conquístelo para poseerlo” (151, No es suficiente seguir la corriente ofreciendo nuestro tiempo y nuestros talentos para trabajar en este o ese proyecto. Necesitamos conquistar nuestro legado. ¿Qué significa? Significa que debemos tener el mismo fervor y la misma fidelidad que las primeras congregaciones si verdaderamente queremos acercar a Schoenstatt a la nueva generación y compartir nuestro mayor tesoro – nuestra Alianza de Amor con la Santísima Madre – con la Iglesia y con el mundo.
El P. Kentenich nos dice cómo podemos hacerlo:
- Una definitiva ratificación de nuestra "misión personal" y
- Una entrega total a esa misión" (p150)
Somos el MovimientoAl elaborar el primer punto, el P. Kentenich nos recuerda que nuestra misión personal está en hacer la obra del Movimiento. Reitera que "somos el movimiento" y que él "depende de nosotros" (p153).
¿Hasta qué punto creo firmemente que como miembro consagrado de Schoenstatt yo soy el Movimiento? La gente muchas veces me oyó decir que no pertenezco a Schoenstatt, sino que soy de Schoenstatt. No se trata de ser presuntuoso ni tratar de colocarme en una posición de poder ni incluso sugerir que soy más importante que el Movimiento. No. Significa que tomo posesión de algo que forma parte de lo que soy. Es mi forma de decir que no sé qué propósito tendría mi vida si Schoenstatt no desempeñara un papel esencial en todo lo que hago.
Esto es lo que el P. Kentenich quiere expresar cuando dice que necesitamos conquistar lo heredado de nuestros mayores . Pero también nos advierte: vivir nuestra consagración requiere de una "conmovedora humildad" (p154). Si mi servicio a Schoenstatt tiene un motivo secundario – como por ejemplo el deseo de poder – no estoy prestando en absoluto un verdadero servicio a Schoenstatt y me he olvidado de lo que dije el día de mi Consagración cuando prometí convertirme en un instrumento en manos de Nuestra Señora.
Entrega total de sí mismoDe manera que, ¿cuál es el antídoto contra estos impulsos que forman parte de nuestras débiles naturalezas humanas? La entrega total de sí mismo. Nuestro Fundador explica que si adoptamos la actitud correcta, entonces "no deseamos permanecer alejados nunca más" (p149). Esta entrega tiene tres aspectos. El primero: "renunciamos a la falta de entusiasmo y prometemos el mayor radicalismo" (p156). Esto significa que queremos "acabar con la mediocridad" y "aspirar a las estrellas" (p156). Si no nos volcamos con todo el corazón a nuestra misión para renovar el mundo, perdemos algo de nuestro entusiasmo y nos dejamos manejar por otras agendas. En este punto, el P. Kentenich es de una severidad inusitada al decir que "quien no pueda remontarse a esas alturas, quien se da por satisfecho con un banal: “Ya nos basta con esto”, no puede ser parte de nuestra Familia”. (p156).
¿Qué es lo que está diciendo con esto? Está diciendo que, a menos que cada una de nuestras palabras y cada una de nuestras acciones sea una ofrenda de amor a nuestra Santísima Madre que nos ha confiado esta importantísima misión, entonces nuestro amor no es completo. Si no podemos amar a nuestra Madre, entonces nos autoexcluimos de su Familia.
Renunciar a cada amor desordenadoSabiendo que somos humanos y falibles y que nuestros corazones a menudo se tornan "cansados y fríos" (Hacia el Padre), el P. Kentenich señala la segunda dimensión de nuestra consagración: "Renuncio a todo apego desordenado a las criaturas y a mi mismo, y prometo una entrega de corazón y fiel a la Amada de mi corazón”. Tan a menudo escuchamos las quejas de los católicos respecto de que muchas actividades parroquiales degeneran en política porque algunos desean el poder y el control. Estos son los impulsos desordenados a los que hace alusión el P. Kentenich. Cuando nuestras actividades apostólicas se convierten en una lucha por el poder o cuando los choques de personalidad ponen en peligro la fecundidad de un trabajo realmente bien hecho, entonces cedimos ante nuestra pecadora naturaleza humana y nos cerramos a nosotros mismos ante la posibilidad de que la Santísima Madre obre un milagro de gracia en nuestro corazón. Nuestra energía y nuestro fervor se ven redireccionados hacia cosas que no producen los frutos que habíamos esperado.
Una vez más el P. Kentenich es muy duro en el lenguaje que utiliza para describir lo que sucede cuando permitimos que nuestras naturalezas falibles tomen el control: "aquel de nosotros que en el futuro ceda a los impulsos y pasiones desordenadas de su corazón, estará faltando a su consagración” (p 158).
La gente debe poder ver que pertenezco a la Santísima MadreQuizás en este año de la Corriente Misionera, que coincide con el Año de la Fe de la Iglesia, somos llamados a demostrar quién está realmente abocado al trabajo en nuestras actividades apostólicas. El P. Kentenich nos recuerda que "la gente debe poder ver que pertenezco a la Santísima Madre, que soy su imagen y semejanza" (p157). Este parece ser un objetivo muy alto a alcanzar, pero no debería desalentarnos. A lo sumo, debería convertirse en el objetivo que nos esmeramos por alcanzar.
Encontrar mi hogar en el Santuario¿Cómo hacemos esto? ¿Cómo impedimos que se nos distraiga de nuestra meta, de nuestra misión de ser Schoenstatt? Permaneciendo firmemente arraigados al santuario. El P. Kentenich instó a los jóvenes a renunciar a cualquier "impulso juvenil itinerante " y encontrar "mi hogar en el santuario" (p160). Si nuestros corazones permanecen en el santuario no podemos perder nuestro camino. Aquí es donde recordamos las gracias del santuario. El santuario es nuestro hogar, nuestro refugio del mundo. En el amor de la MTA, nos encontramos transformados en el amor, en el cual el más profundo deseo de nuestro corazón es servirla. En este deseo ya no hay espacio para servir a otras agendas ni hay deseo de poder. Esta transformación nos permite reconocer, una vez más, nuestra verdadera misión y tomar el coraje para volver al mundo y renovarlo a través de nuestra misión apostólica.
A la Sombra del Santuario…En otras palabras, nuestro vínculo con el santuario, con la Santísima Madre y con nuestra consagración nos colma de tal manera que nuestra única respuesta no puede ser otra que compartir con otros lo que hemos experimentado. Si este es verdaderamente nuestro sincero deseo, el propósito de nuestra existencia, entonces con confianza podemos hacernos eco de las palabras del Fundador: "A la sombra de este Santuario, se decidirá el destino de la Iglesia en los próximos siglos" (p161).
¡Qué hermoso sería si, de aquí a 100 años, cuando esas futuras generaciones para las cuales ahora estamos trabajando vuelvan su mirada hacia atrás vean que nuestra misión fue exitosa y dio un gran fruto!
La charla del P. Kentenich nos recuerda lo que nos resta por hacer todavía antes de que podamos estar “a la sombra del santuario” y renovar la Alianza de Amor para la próxima generación.
La palabra “misión” se convirtió este año en la palabra clave de Schoenstatt. Compartimos nuestras actividades misioneras y apostólicas en las carpas virtuales de la Cultura de la Alianza. Estos proyectos constituyen una forma maravillosa de compartir la dimensión misionera de nuestro Movimiento no sólo mutuamente sino también con la Iglesia y con el mundo a fin de que puedan dar mucho fruto. Pero, como sucede con todos los preparativos de este tipo de proyectos, existe el peligro de que por estar tan inmersos en el hacer, nos olvidamos el porqué lo hacemos.
Renovar el mundoEn toda esta actividad, ¿cuál es nuestra Misión de Schoenstatt? En esta charla a los estudiantes, el P. Kentenich nos dice de manera inequívoca que nuestra misión es "renovar el mundo" (p151). De todos los proyectos sobre los que he leído en www.schoenstatt.org, no caben dudas de que nuestro sincero deseo es el de presentar estos proyectos a la Iglesia como una forma de renovación para el mundo. Pero, ¿realizamos todo el trabajo espiritual para asegurarnos sus frutos? ¿O es que las preocupaciones por los aspectos externos de nuestro trabajo misionero – la organización, las reuniones, las estructuras – algunas veces diluyen el fervor con el cual llevamos a cabo estos proyectos?
No me malinterpreten. No estoy diciendo que estas cosas no son necesarias. Lo son y nos dan la oportunidad de orar juntos sobre nuestro trabajo misionero en Schoenstatt, nos ayudan a discernir el rumbo hacia el cual la Santísima Madre quisiera que sigamos, y a compartir entre todos los frutos de nuestra labor. Pero también es en estos niveles de la organización en los que nuestras debilidades humanas pueden interponerse en el camino hacia el verdadero trabajo al cual fuimos llamados a hacer. Y esta es la razón por la cual es importante que nosotros nos recordemos a nosotros mismos las palabras de nuestro Fundador.
Conquistar lo que nos han legadoEl P. Kentenich nos insta a estar convencidos de nuestra misión de renovar el mundo tomando posesión de los muchos dones que hemos recibido: "Lo que heredaron de sus padres, conquístelo para poseerlo” (151, No es suficiente seguir la corriente ofreciendo nuestro tiempo y nuestros talentos para trabajar en este o ese proyecto. Necesitamos conquistar nuestro legado. ¿Qué significa? Significa que debemos tener el mismo fervor y la misma fidelidad que las primeras congregaciones si verdaderamente queremos acercar a Schoenstatt a la nueva generación y compartir nuestro mayor tesoro – nuestra Alianza de Amor con la Santísima Madre – con la Iglesia y con el mundo.
El P. Kentenich nos dice cómo podemos hacerlo:
- Una definitiva ratificación de nuestra "misión personal" y
- Una entrega total a esa misión" (p150)
Somos el MovimientoAl elaborar el primer punto, el P. Kentenich nos recuerda que nuestra misión personal está en hacer la obra del Movimiento. Reitera que "somos el movimiento" y que él "depende de nosotros" (p153).
¿Hasta qué punto creo firmemente que como miembro consagrado de Schoenstatt yo soy el Movimiento? La gente muchas veces me oyó decir que no pertenezco a Schoenstatt, sino que soy de Schoenstatt. No se trata de ser presuntuoso ni tratar de colocarme en una posición de poder ni incluso sugerir que soy más importante que el Movimiento. No. Significa que tomo posesión de algo que forma parte de lo que soy. Es mi forma de decir que no sé qué propósito tendría mi vida si Schoenstatt no desempeñara un papel esencial en todo lo que hago.
Esto es lo que el P. Kentenich quiere expresar cuando dice que necesitamos conquistar lo heredado de nuestros mayores . Pero también nos advierte: vivir nuestra consagración requiere de una "conmovedora humildad" (p154). Si mi servicio a Schoenstatt tiene un motivo secundario – como por ejemplo el deseo de poder – no estoy prestando en absoluto un verdadero servicio a Schoenstatt y me he olvidado de lo que dije el día de mi Consagración cuando prometí convertirme en un instrumento en manos de Nuestra Señora.
Entrega total de sí mismoDe manera que, ¿cuál es el antídoto contra estos impulsos que forman parte de nuestras débiles naturalezas humanas? La entrega total de sí mismo. Nuestro Fundador explica que si adoptamos la actitud correcta, entonces "no deseamos permanecer alejados nunca más" (p149). Esta entrega tiene tres aspectos. El primero: "renunciamos a la falta de entusiasmo y prometemos el mayor radicalismo" (p156). Esto significa que queremos "acabar con la mediocridad" y "aspirar a las estrellas" (p156). Si no nos volcamos con todo el corazón a nuestra misión para renovar el mundo, perdemos algo de nuestro entusiasmo y nos dejamos manejar por otras agendas. En este punto, el P. Kentenich es de una severidad inusitada al decir que "quien no pueda remontarse a esas alturas, quien se da por satisfecho con un banal: “Ya nos basta con esto”, no puede ser parte de nuestra Familia”. (p156).
¿Qué es lo que está diciendo con esto? Está diciendo que, a menos que cada una de nuestras palabras y cada una de nuestras acciones sea una ofrenda de amor a nuestra Santísima Madre que nos ha confiado esta importantísima misión, entonces nuestro amor no es completo. Si no podemos amar a nuestra Madre, entonces nos autoexcluimos de su Familia.
Renunciar a cada amor desordenadoSabiendo que somos humanos y falibles y que nuestros corazones a menudo se tornan "cansados y fríos" (Hacia el Padre), el P. Kentenich señala la segunda dimensión de nuestra consagración: "Renuncio a todo apego desordenado a las criaturas y a mi mismo, y prometo una entrega de corazón y fiel a la Amada de mi corazón”. Tan a menudo escuchamos las quejas de los católicos respecto de que muchas actividades parroquiales degeneran en política porque algunos desean el poder y el control. Estos son los impulsos desordenados a los que hace alusión el P. Kentenich. Cuando nuestras actividades apostólicas se convierten en una lucha por el poder o cuando los choques de personalidad ponen en peligro la fecundidad de un trabajo realmente bien hecho, entonces cedimos ante nuestra pecadora naturaleza humana y nos cerramos a nosotros mismos ante la posibilidad de que la Santísima Madre obre un milagro de gracia en nuestro corazón. Nuestra energía y nuestro fervor se ven redireccionados hacia cosas que no producen los frutos que habíamos esperado.
Una vez más el P. Kentenich es muy duro en el lenguaje que utiliza para describir lo que sucede cuando permitimos que nuestras naturalezas falibles tomen el control: "aquel de nosotros que en el futuro ceda a los impulsos y pasiones desordenadas de su corazón, estará faltando a su consagración” (p 158).
La gente debe poder ver que pertenezco a la Santísima MadreQuizás en este año de la Corriente Misionera, que coincide con el Año de la Fe de la Iglesia, somos llamados a demostrar quién está realmente abocado al trabajo en nuestras actividades apostólicas. El P. Kentenich nos recuerda que "la gente debe poder ver que pertenezco a la Santísima Madre, que soy su imagen y semejanza" (p157). Este parece ser un objetivo muy alto a alcanzar, pero no debería desalentarnos. A lo sumo, debería convertirse en el objetivo que nos esmeramos por alcanzar.
Encontrar mi hogar en el Santuario¿Cómo hacemos esto? ¿Cómo impedimos que se nos distraiga de nuestra meta, de nuestra misión de ser Schoenstatt? Permaneciendo firmemente arraigados al santuario. El P. Kentenich instó a los jóvenes a renunciar a cualquier "impulso juvenil itinerante " y encontrar "mi hogar en el santuario" (p160). Si nuestros corazones permanecen en el santuario no podemos perder nuestro camino. Aquí es donde recordamos las gracias del santuario. El santuario es nuestro hogar, nuestro refugio del mundo. En el amor de la MTA, nos encontramos transformados en el amor, en el cual el más profundo deseo de nuestro corazón es servirla. En este deseo ya no hay espacio para servir a otras agendas ni hay deseo de poder. Esta transformación nos permite reconocer, una vez más, nuestra verdadera misión y tomar el coraje para volver al mundo y renovarlo a través de nuestra misión apostólica.
A la Sombra del Santuario…En otras palabras, nuestro vínculo con el santuario, con la Santísima Madre y con nuestra consagración nos colma de tal manera que nuestra única respuesta no puede ser otra que compartir con otros lo que hemos experimentado. Si este es verdaderamente nuestro sincero deseo, el propósito de nuestra existencia, entonces con confianza podemos hacernos eco de las palabras del Fundador: "A la sombra de este Santuario, se decidirá el destino de la Iglesia en los próximos siglos" (p161).
¡Qué hermoso sería si, de aquí a 100 años, cuando esas futuras generaciones para las cuales ahora estamos trabajando vuelvan su mirada hacia atrás vean que nuestra misión fue exitosa y dio un gran fruto!
Queridos Matrimonios,
Que el amor de la Mater los acompañe siempre y que siempre tengamos de su mano muchos sueños juntos.
Que el amor de la Mater los acompañe siempre y que siempre tengamos de su mano muchos sueños juntos.